A mi mujer no le gusta que fastidie sus estrategias, por lo que me ha encerrado y cargado de cadenas.
No quería estropear su plan de conquista. Lo había planeado todo al milímetro: tropas uniformadas, caballería armada hasta los dientes. El enemigo sería aplastado sin miramientos.
Su estrategia demoledora derruiría sus defensas, reduciría a polvo sus ciudades y sometería a sus habitantes por el mero hecho de conocer sus planes de conquista. Lo que no sabía era que ella contaba con que yo se lo comunicara para luego cambiar completamente de táctica.
Aún creo que ha quedado suficientemente explicado; ella era la mejor ideando estrategias de ataque y toma de fortalezas.
Pero esto es un juego, ¿verdad?
M. D. Alvarez
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