Antes de que vuelva papá, tenemos que estar aseaditos, con los dientes limpitos y acostaditos cada uno en su camita. Así, cuando regrese, nos dará un tierno besito en nuestras cabecitas y nos contará un bonito cuento hasta que nos quedemos dormiditos.
Después, como cada noche, irá a ver a mamá, llorará ante sus cenizas y le pedirá perdón de nuevo.
Tenía que haber sido él quien se hubiera resistido en el atraco. Pero llevaban a sus dos pequeños y el instinto materno es mucho más fuerte que el miedo a perder la vida.
M. D. Alvarez
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