martes, 26 de marzo de 2024

La pila de maderos.

Hasta chocarse con la pila de maderos, que serían apilados sobre su cadáver a las doce en punto, como manda la tradición.

Pero ella no estaba muerta, no así su marido, un raja de uno de los cientos de reinos que había pedido un entierro tradicional, en el que se quemaba al difunto, a su mujer y al perro. Ella no tenía ni voz ni voto. Solo le quedaba rendirse y aceptar su destino, o no...

M. D. Alvarez

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