sábado, 2 de marzo de 2024

El Portal de las sombras.

En el umbral de lo desconocido, el portal se alzó como una grieta en la realidad. Su mera existencia desafiaba la lógica y la cordura. Nadie se atrevió a cruzarlo, temerosos de lo que yacía al otro lado. Pero yo, impulsado por la curiosidad y la insensatez, decidí aventurarme más allá.

El primer paso fue como sumergirse en un abismo. La luz se desvaneció, y las sombras se cerraron a mi alrededor. El aire era denso, cargado con la promesa de secretos oscuros. El mundo que emergió ante mí era un reflejo distorsionado del nuestro: un lugar donde la luz no tenía cabida y las criaturas acechaban en la penumbra.

Las criaturas… oh, las criaturas. No eran monstruos en el sentido tradicional. No tenían garras ni colmillos afilados. Más bien, eran entidades etéreas, como suspiros atrapados en la noche. Se alimentaban de la luz, devorando cualquier destello que se atreviera a penetrar su dominio. Sus ojos brillaban con una tristeza ancestral, como si anhelaran algo que habían perdido hace eones.

Mi misión era clara: cerrar el portal y sellar este mundo de sombras. Pero al llegar al otro lado, me di cuenta de que no podía hacerlo desde fuera. El portal no tenía una cerradura que pudiera girar o un mecanismo que pudiera desactivar. Debía cerrarlo desde dentro, condenándome a mí mismo a habitar este reino de oscuridad.

M D Alvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario