domingo, 3 de marzo de 2024

La campana del final de lis tiempos.

"El Campanazo" resonaba con un eco ancestral, su sonido reverberando a través de los siglos. La campana, colosal y ominosa, anunciaba el ocaso de nuestra era dorada. ¿Quién hubiera pensado que nosotros, los habitantes de este mundo, seríamos los arquitectos de nuestra propia destrucción? Y todo por un simple acto: tocar lo que no debíamos.El mensaje inscrito en la campana era claro: "No tocar". Las consecuencias, sin embargo, eran más ominosas aún. Un solo tañido de esta campana, el último badajo de los tiempos, desencadenaría la extinción de todas las especies en nuestro mundo. Las letras rojas, como sangre coagulada, advertían del peligro.¿Quién fue el insensato que la hizo sonar? ¿Qué motivación lo llevó a desafiar la advertencia grabada en piedra? Quizás la curiosidad, la arrogancia o la desesperación. Pero ahora, el eco de su elección resonaba en cada rincón del planeta, como un lamento final.En retrospectiva, ¿cómo podríamos haber evitado este desenlace? ¿Cómo podríamos haber protegido nuestra edad dorada de su trágico fin? Las respuestas se perdieron en el viento, junto con los suspiros de las criaturas que ya no existían.Así que aquí estamos, al borde del abismo, con la campana inmóvil pero su advertencia aún vibrando en nuestros corazones. Pero al menos, recordemos esta lección: a veces, el silencio es más sabio que el tañido de las campanas.
M D Alvarez 

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