Todavía no tenía fuerzas suficientes para defenderme, pero gracias a mi determinación y tesón, me fui entrenando para las siguientes embestidas de la vida.
Al siguiente cabrón que quisiera golpearme, se lo haría pagar con una furia desmedida; le lloverían ostias de todas partes. Así aprenderían, o por lo menos se lo pensarían antes de golpear.
M. D. Alvarez
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