Ni subido a la escalera lograría besarte. Tendrían que pasar unos años hasta que lograra estar a tu altura.
Con mis dieciocho años, te robé un beso cálido, dulce y apasionado. Para cuando quise darme cuenta, estabas fría y distante como una estatua de hielo. Tu mirada furibunda lo decía todo.
Te había robado un beso y no me reconociste como aquel chiquillo que quiso besarte y no alcanzaba a subirme al pedestal donde te habían emplazado. Y ahora que lo conseguí, te caes del pedestal donde te habían situado.
Me rehúyes y esquivas por un beso que te he robado. Musa, por favor, no me abandones. Yo te amo y te adoro. Me tienes a tu servicio; de aquí a la eternidad seré tu esclavo de amor..
M. D. Alvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario