Solo había una persona que, a pesar de mi mal carácter, seguía queriendo estar conmigo. No lo entiendo, ¿cómo la persona más maravillosa de todas logra ver algo bueno en mí?
Era pendenciero, buscabroncas y malencarado, pero en cuanto la veía llegar, me derretía por ella. Sabía cómo llevarme a su terreno y conseguía que la siguiera como un corderito hacia sus amorosos brazos.
Devolviéndome la luz a mi agotado corazón que parecía revivir bajo sus amorosos besos.
M. D. Álvarez
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