Era una noche muy especial para ella, sucumbiría a sus encantos. Su compañero, un fornido hombre lobo de un aspecto espectacular, se amaron apasionadamente y con entusiasmo.
A la mañana siguiente, la habitación apareció destrozada y el hombre lobo permanecía exhausto en la cama, mientras ella estaba fresca y lozana para la siguiente juerga.
M. D. Álvarez
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