lunes, 30 de septiembre de 2024

Quemaduras.

Todas las noches, él esperaba pacientemente que ella le suministrara su dosis de calmantes en vena, aunque sabía que no los necesitaba si ella estaba a su lado; su sola presencia calmaba su dolor. El simple roce era una tortura para él, solo ella calmaba su malestar.

Ella se sentía responsable de su dolor. Fue ella la que se quedó rezagada, obligándole a él a volver por ella. No sabía que la bomba que le lanzaron era incendiaria, pero la cubrió con su cuerpo evitando que las llamas la alcanzaran. 

-Siento mucho haberme rezagado -dijo ella visiblemente afectada ante las quemaduras que cubrían su espalda.

 -No te lamentes, ya casi no me duele -le respondió él. 

Ella inconscientemente acarició su hombro con delicadeza. 

M. D. Álvarez

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