Ella se colocó en posición de loto y comenzó a recitar un mantra especialmente vibrante, su olor emanaba de ella de forma fluida y olía a rosas silvestres.
Su aroma viajó cientos de kilómetros hasta el lugar donde se encontraba él. En cuanto su olor llegó a su nariz y las vibraciones alcanzaron sus oídos, supo que debía regresar lo antes posible.
Ella lo esperaba con ansias, había pasado mucho tiempo sin verse ni amarse.
M. D. Álvarez
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