La abrazaré con fuerza y la llevaré lejos de aquí, donde no la volverán a lastimar frente a mí.
Ahora yo te protegeré, madre querida. - Dijo el más joven de sus tres hijos, con el cuchillo ensangrentado en sus manos.
Había que poner fin a veinte años de palizas y tormentos. En su mirada ya no había aquel brillo de inocencia que tenía antes de conocer los malos tratos.
Cuando vio que su madre se interponía entre la bofetada que iba dirigida a él, había preferido sufrir los golpes ella que nos golpeara a nosotros. Pero eso ya se acabó. Mi vecino yacía boca abajo, empapado en un charco de sangre..
M. D. Alvarez
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