domingo, 29 de septiembre de 2024

En la cúspide.

Se sabía acorralado y sin salida, pero todavía no había dicho su última palabra. Sacaría su genio a pasear, localizó el lugar más alto donde defender su posición. 

Ahí luchó sin cuartel hasta que llegaron los refuerzos, aunque para él fue demasiado tarde: sus heridas eran muy graves y no llegó al hospital. Pero lo percibió desde el exterior de su cuerpo, se sentía raro viéndose desde arriba. Siguió a los que lo transportaban, visiblemente tristes. 

Él era el último bastión y punta de lanza en la defensa, más férrea que se haya visto: un solo hombre contra todos, y los retuvo dando tiempo a la retirada y puesta a salvo de los pobladores. Pero él no era un hombre corriente, era mucho más.

Aunque ya no le era posible seguir luchando, logró infundir un valor y entereza extraordinarios en las tropas de asalto que llevaron su nombre con orgullo, la fuerza Trhumbol.

M. D. Álvarez 

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