lunes, 23 de septiembre de 2024

El pequeño y el coloso.

Aquel gigante le triplicaba en altura, pero no se arredró. Tenía algo que ese gigantón no tenía: una fuerza increíble y un deseo de proteger inagotable. 

Su pareja y su hija pequeña dependían de su fortaleza; su capacidad de sacrificio era innegable. Cada vez que aquel coloso lanzaba un golpe, él lo paraba y se lo devolvía por triplicado. 

El coloso no sabía qué pensar de aquel adversario, parecía pelear con una furia inquebrantable porque se había metido con aquel pequeño guerrero. Cada golpe que le daba, él se lo devolvía por triplicado y con una fuerza endiablada. Supo que no lo vencería cuando le miró a los ojos; lo que vio en ellos era un fuego inextinguible que siempre prevalecería en su corazón. 

Tenía el amor de una familia que sabía que no los defraudaría; seguiría luchando por ellos.

M. D. Álvarez 

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