viernes, 27 de septiembre de 2024

El totem familiar. Segunda parte.

El lobo dorado, con ojos penetrantes, olfateó el aire alrededor del protagonista. Su pelaje brillaba bajo la luz de la luna, y sus patas se hundían en la tierra húmeda. El hombre siguió al animal a través del bosque, confiando en su instinto.

Encontraron una cueva oculta entre las rocas, y el lobo se detuvo. El hombre entró, y allí, en la penumbra, vio una figura. Una anciana con cabello plateado y ojos sabios.

—Has venido por la cura —dijo la anciana.

El hombre asintió, y ella le mostró una poción. La bebió, sintiendo cómo la energía fluía por su cuerpo.

—Tu lobo dorado te guiará —dijo la anciana—. Pero recuerda, todo tiene un precio.

El hombre salió de la cueva, su mascota a su lado. El tumor desapareció, pero algo había cambiado. Ahora veía más allá de lo visible, conectado al mundo de los espíritus.

El lobo dorado aulló, y juntos, comenzaron una nueva búsqueda.

M. D. Álvarez 

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