La había invitado a una cena romántica. Preparó la mesa con mantel y servilletas de etiqueta, utilizó la vajilla de porcelana "Flora Danica" que heredó de su madre, junto con la cubertería de plata de ley Odiot Trianon Vermeil de Tetard, que heredó de su abuela. Cuando tuvo preparada la mesa para dos, se puso con la cena.
Primeramente, la agasajó con tostas de caviar de beluga con queso Garrotxa, que ella degustó como la exquisitez más deliciosa.
En el segundo plato, ofreció dados de kobe con vegetales y salsa teriyaki, todo ello regado con un vino tinto Cabernet Sauvignon servido en copas Josephine. Ella estaba gratamente sorprendida; no conocía aquella faceta suya.
Y para terminar, tu postre favorito: tarta de yogur y granada, dijo él con delicadeza, mientras ponía una ración de aquella deliciosa y exquisita delicatessen.
Ella no pudo aguantar más y se levantó, y fue directa hacia él, diciendo: —"No conocía esta faceta tuya. ¿Qué quieres?"—, entre pícara y sonriente..
—"Nada, solo quería agasajarte como te mereces" —dijo él sinceramente, acompañándolo de nuevo a la silla y acomodándola. Se sentó y observó cómo disfrutaba de su postre favorito.
Mientras ella saboreaba cada bocado de la tarta de yogur y granada, él no podía evitar observarla con una sonrisa. La forma en que sus ojos se iluminaban con cada cucharada era un espectáculo que lo llenaba de satisfacción.
—"¿Sabes? Siempre pensé que las cenas románticas eran algo cliché, pero esta noche me has demostrado lo contrario", dijo ella, sonriendo mientras dejaba el tenedor a un lado.
—"Me alegra escuchar eso", respondió él, sintiéndose un poco más relajado. "Solo quería hacer algo especial. A veces, la rutina nos hace olvidar lo importante que es disfrutar de los pequeños momentos."
Ella lo miró con curiosidad, como si estuviera intentando descifrarlo. —"¿Y qué más tienes planeado para nosotros esta noche? Este es solo el comienzo, ¿verdad?"
Él se inclinó hacia adelante y, con un brillo travieso en los ojos, dijo: —"No quiero arruinar la sorpresa, pero tengo una pequeña actividad después de la cena. ¿Te gustaría saberlo o prefieres dejarte llevar?"
Ella se mordió el labio inferior, pensativa. —"Déjame adivinar... ¿una búsqueda del tesoro en tu sala de estar?" Ambos rieron ante la idea absurda.
—"Algo así, pero mucho más emocionante", afirmó él, levantándose y dirigiéndose a una pequeña caja que había preparado con anticipación. La abrió con cuidado y sacó dos boletos.
—"¡Tickets para un concierto de esa banda que te encanta!" exclamó él, observando cómo su rostro se iluminaba aún más.
—"¡No puedo creerlo! ¿De verdad hiciste esto por mí?" Su emoción era palpable.
—"Por supuesto. Quiero que cada momento contigo sea memorable", dijo él mientras regresaba a su silla.
Ella se acercó a él y tomó su mano entre las suyas. —"Eres increíble. No solo por la cena y el concierto, sino porque me haces sentir especial."
El ambiente se llenó de complicidad y ternura. Ambos sabían que aquella noche estaba destinada a ser solo el principio.
M. D. Álvarez
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