miércoles, 15 de octubre de 2025

Restos de honor.

No lograba moverse; el golpe en su espalda le quebró. Aquel licántropo le había partido la espalda y ahora pretendía acabar con su equipo. Tenía que evitar a toda costa que ellos sufrieran su falta de sacrificio, así que le gritó a aquel pasmoso licántropo: "Eh, eh, ¿tú te has creído que ya has acabado conmigo? Ven si te atreves, tengo las pelotas más grandes que las tuyas". El licántropo se detuvo y se giró, mientras él les hacía gestos a su equipo, instándoles a que huyeran. 

"¿Que las tienes más grandes que las mías? ¡Habráse visto cuánta fanfarronería!", respondió el licántropo. 

"Puede, pero ni te has percatado de que tengo una granada y sin anilla", dijo, soltando la granada. Estalló, matándolos a ambos. 

Desde el fondo de la cámara se oyó un alarido de dolor; trataban de detenerla sin conseguirlo.

Cuando llegó a su lado, solo quedaban dos cuerpos destrozados. 

""No podemos dejarlo ahí", dijo, recogiendo los restos mortales de su pareja. Su equipo la alcanzó y sus rostros expresaron el horror que estaban presenciando. La ayudaron a cargar los restos de él y regresaron a la base de operaciones. Ella estaba en shock; la llevaban con cuidado y depositaron los restos de él en una funda para cadáveres.

Los funerales fueron terriblemente dolorosos, pero a la altura de un gran héroe. Las salvas resonaron atronadoras en el corazón de ella. Su vida, después de aquella gran pérdida, se dedicó por entero a desmantelar la fábrica de híbridos de la que salió el licántropo que asesinó a su pareja.

M. D.  Álvarez 

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