El licántropo, con su imponente figura y pelaje oscuro como la noche, se mantenía firme frente a la brecha. Sus ojos azules brillaban con una intensidad casi sobrenatural, reflejando la furia contenida en su interior. Cada vez que una criatura emergía del abismo, un rugido ensordecedor resonaba en el aire, y él se lanzaba a la batalla con una ferocidad que solo un protector podía poseer.
Las aberraciones eran horrendas: con garras afiladas, dientes como cuchillas y ojos que destilaban malevolencia. Pero el licántropo no temía. Sabía que su misión era proteger a los inocentes, y cada alma que salvaba le daba más fuerza. Con movimientos ágiles y precisos, se enfrentaba a cada monstruo que intentaba cruzar la brecha.
Mientras luchaba, recordó las historias de su linaje; había sido criado entre nobles, pero no por su sangre, sino por su valentía y honor. En su interior llevaba el peso de la responsabilidad de proteger a aquellos que no podían defenderse. Cada golpe que asestaba a las criaturas era un recordatorio de su propósito.
De repente, una sombra más grande apareció en el horizonte de la brecha. Era una criatura imponente, con alas membranosas y una risa burlona que resonaba como un eco maligno. El licántropo sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal; sabía que este enemigo era diferente.
—"¿Qué te hace pensar que puedes detenerme?" dijo la criatura con una voz profunda y retumbante, mientras se acercaba.
El licántropo apretó los puños. —"Porque no lo haré solo por mí; lo haré por cada alma que has intentado devorar."
La criatura se lanzó hacia él con una velocidad sorprendente, pero el licántropo ya estaba preparado. Con un salto ágil, esquivó el ataque y contraatacó con una serie de zancadas rápidas que hicieron temblar el suelo. La batalla era feroz; cada golpe resonaba como un trueno en la noche oscura.
Mientras luchaban, el licántropo sintió cómo la fuerza de sus ancestros fluía a través de él. Recordó las voces de aquellos que habían luchado antes que él y cómo habían caído para proteger su mundo. No podía permitir que sus sacrificios fueran en vano.
Con un último esfuerzo, concentró toda su energía en un ataque devastador. Sus ojos azules brillaron intensamente mientras desataba su verdadero poder. Un grito ensordecedor llenó el aire cuando golpeó a la criatura con una fuerza imparable, enviándola de vuelta al abismo del cual había salido.
La brecha comenzó a cerrarse lentamente, pero aún había tiempo para salvar a aquellos atrapados en el caos. Con determinación renovada, el licántropo se giró hacia los gritos de aquellos que aún necesitaban ayuda.
—"¡Vengan! ¡Es hora de salir!" gritó mientras corría hacia ellos.
Era un protector entre los nobles y un guerrero entre las sombras. Su lucha no había terminado; solo acababa de comenzar.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario