jueves, 16 de octubre de 2025

Presion bajo el mar.

Mientras él se devanaba los sesos y se rompía los cuernos, sus compañeros se entretenían oyendo música. Ella se preocupó al ver su rostro de preocupación y se acercó.  

—¿Estás bien? —le preguntó, viendo cómo se removía en su asiento.  

—No, claro que no estoy bien. No sé cómo resolver este problema. Mientras yo me rompo los cuernos, vosotros parecéis no daros cuenta del gran peligro que corremos. En este preciso momento, se cierne sobre nosotros una gran presión y no tengo ni idea de cómo protegeros —dijo, revolviéndose como un lobo enjaulado..

Ella lo observó con ternura, posó su mano sobre su pecho y se inclinó sobre él, besándolo con dulzura. Aquello pareció calmarlo y, a los dos segundos, una idea cruzó por su mente. 

—Sabes, eres increíble y por eso te quiero —dijo él, levantándose y dirigiéndose a la habitación de al lado, donde los equipos de submarinos estaban almacenados. Cogió una de las bombonas y se la puso al hombro. 

—¿Por qué has cogido una bombona de oxígeno? 

—No hay aire suficiente en las instalaciones, pero si os metéis en la cabina de descompresión, os podría subir a la superficie —dijo él, con un brillo en la mirada que no admitía demora.. 

—Pero, ¿y tú no tienes suficiente oxígeno en esa bombona para llegar a la superficie? —refirió ella, visiblemente alterada.

—"He estado entrenando y mi capacidad pulmonar se ha expandido lo suficiente. No hay tiempo que perder; ve y llévalos a la cabina de descompresión. Cuando estéis dentro, la soltaré, me sumergiré y colocaré unas correas, y os subiré. Tranquila, te veré arriba —dijo acariciando su mejilla..

Ella no las tenía todas consigo, pero obedeció. Llevó a los cuatro amigos que protestaban, pero a regañadientes se metieron en la cámara de descompresión. Ella cerró la seguridad y soltó la cabina sobre el puente de atraque, sujeta con grilletes y cinchas, y se sumergió. La cabina soltó lastre y comenzó a sumergirse. Él se colocó el arnés y se metió en las aguas heladas y comenzó a nadar hacia arriba. La presión era brutal, pero debía subirlos. Cuando la bombona se quedó sin aire, siguió ascendiendo; su capacidad pulmonar y su tesón los subieron a la superficie. Ella abrió la escotilla y lo encontró desmayado. Por suerte, había tenido la inteligencia de mandar un mayday con las coordenadas y fueron recogidos sanos y salvos.

En la superficie había un barco hospital y lo llevaron a una cámara hiperbárica, donde tuvo que pasar un tiempo hasta que la presión en su cuerpo se igualara.

M. D. Álvarez 

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