Cada día él forzaba los límites de su cuerpo con elasticidad y control. Era capaz de traspasar la barrera del tiempo y el espacio. Su adiestramiento fue arduo y doloroso, su maestro fue muy severo con él y no le daba cuartel, siempre golpeándolo hasta que un día se hartó y le respondió alcanzándolo.
Se sorprendió al ver que su maestro esbozaba una sonrisa. Había completado su adiestramiento, había alcanzado a su maestro, quien le dijo:
"Ya no te puedo enseñar más, de ahora en adelante tú serás tu propio maestro y seguirás evolucionando cada día hasta que encuentres tu razón de ser."
Continuará...
M. D. Álvarez
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