Con un solo mástil y 15 metros de eslora, logró lo que nadie había conseguido hasta ahora.
Con todo el velamen izado, logró capear tormentas y huracanes. Ninguna tempestad se atrevió a tocar su embarcación, era el último hijo de Poseidón y dominaba los vientos a su antojo surcando a velocidades endiabladas borrascas, huracanes y tifones.
Nada ni nadie tocaría su preciosa embarcación que llevaba el nombre de su esposa, Angie. Ni los vientos ancestrales doblegarían su amor por el mar y por su amada. Ni el mismo Poseidón lograría vencer el arrojo y tesón de su bienamado hijo, Glauco.
M. D. Álvarez
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