viernes, 4 de octubre de 2024

Temerario.

A ella le gustaba, pero la enervaba su cabezonería, su forma de exponerse al peligro, aunque sabía que era por ella..

Ella le miraba con una mezcla de ternura y exasperación. Sabía que su impulsividad y su desprecio por el peligro nacían de un corazón noble y valiente, pero no podía evitar sentir un nudo de preocupación en el estómago cada vez que se lanzaba a una nueva aventura temeraria.

"Eres un loco", le decía entre risas y reproches. "Un día de estos te vas a meter en un lío del que no podrás salir".

Él solo le sonreía con picardía, acariciándole la mejilla con suavidad. "No te preocupes, mi amor", le susurraba. "Siempre encuentro la manera de salir airoso".

Ella no podía evitar rendirse ante su encanto y su despreocupada valentía. Aunque lo regañaba y le pedía que tuviera cuidado, en el fondo admiraba su espíritu aventurero y su capacidad para afrontar cualquier desafío con una sonrisa en el rostro.

Sabía que nunca lograría cambiarlo, y tampoco lo deseaba realmente. Era parte de lo que lo hacía tan especial, tan diferente a los demás. Y, en el fondo, también le gustaba un poco su lado temerario. Le daba emoción a su vida, la hacía sentir viva.

M. D. Álvarez 

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