domingo, 6 de octubre de 2024

De vuelta al hogar

Aquella enfermedad lo estaba matando y ningún tratamiento experimental parecía hacer efecto. Solo podía pensar en ella, no podía, no quería dejarla sola. Iba siendo hora de que le contara la verdad. Quedó con ella en la cafetería donde se conocieron. 
Visiblemente nervioso, pero dispuesto a afrontar lo que viniese, comenzó diciéndole: "Sabes que te quiero más que a nadie en el mundo". 

Ella temió que la dejara e hizo ademán de interrumpirle, pero él la detuvo. "Déjame acabar, sino no tendré fuerzas para continuar. Te has dado cuenta de que mi salud está resentida, me muero, pero antes de que te enfades conmigo, he de decirte que ninguno de los tratamientos experimentales ha surtido efecto. Pero sigo luchando, aún me queda una bala en la recámara, tengo que partir solo, hay un lugar donde pueden salvarme la vida 

¿Por qué no me dijiste nada? Tú lo eres todo para mí. Iremos donde haga falta". 

"Lo siento, pero tú no puedes venir, debo ir solo, pero volveré, te doy mi palabra".


Él partió en una nave ligera en dirección a la nube de Ort; más allá de ella estaba su origen y su familia, solo ellos podían recuperar su salud.

Al llegar a su destino, lo estaban esperando y lo introdujeron en una de las muchas cápsulas regenerativas. Tardó 15 días en recuperarse.

Cuando salió, se dirigió a su madre, la única que comprendía a su hijo pequeño y el porqué de su huida de aquel mundo. Aquel faro seguía brillando con más fulgor que antes. Ella lo estaba esperando.

"He de partir, madre. Te debo mi vida, un día lograré saldar mi deuda contigo", le dijo. La abrazó con amor y partió de nuevo hacia su destino.

"Ve con ella, hijo mío, y que todo el amor del universo te acompañe", le dijo su madre al oído.

M. D. Álvarez 

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