No sé —murmuró Manuela compungida— tras la última oleada de visiones que le acababan de llegar de golpe y porrazo.
Apenas las distinguía; solo veía fogonazos de lo que podría ocurrir. Sus visiones no eran tan claras como cuando era niña, pero sabía que lo que acababa de ver era de suma importancia para ella y su familia.
Lo último que recuerda era una serie de siete números y su nombre en letras grandes: 5, 12, 32, ...
M. D. Alvarez
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