Aún no sabía qué hacer con su recién estrenada libertad. Seguía acurrucado a los pies del sitial donde había sido dejado por su amo.
Pero ahora su dueño no estaba y se le abrían nuevos horizontes por explorar.
Ante él se extendía una inmensa selva negra llena de olores y sonidos que le llamaban y recordaban su tiempo de juventud, cuando era el rey de la jungla y nadie osaba enfrentarse a él.
Al final, hizo caso a su instinto salvaje y partió en dirección a la jungla para reclamar sus dominios.
M. D. Alvarez.
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