Tenía una voz aterciopelada y seductora. Los llevaba de calle a todos sus fans, pero ella solo quería a uno en especial: su mejor amigo y compañero.
Sus canciones le evocaban viejos recuerdos de antiguos mundos oscuros y lúgubres donde los dos habían mantenido algo más que una amistad.
Habían sido amantes y su amor fue lo que resquebrajó el universo existencial por donde escaparon a nuestro universo y llegaron a nuestro mundo.
Estaban predestinados a encontrarse y amarse de nuevo, con el consiguiente destino de nuestro universo en desquebrajarse de nuevo.
Ellos eran los destructores de universos, con su amor. Y solo su voz podía evocar sus destinos.
M. D. Alvarez
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