Con nuestro mecánico de confianza, lograríamos que arrancara el Buick de mi abuelo.
Llevaba parado no sé cuántos años. Creo que desde que murió, nadie lo volvió a sacar del garaje.
Lo habíamos puesto a punto, pero nada, no quería arrancar.
Era como si su viejo motor se hubiera apagado al mismo tiempo que el corazón de mi abuelo.
M. D. Alvarez :
No hay comentarios:
Publicar un comentario