Sus ojos eran de un color azul. Veían a través de mí. Conocían todos mis secretos, incluso los más profundos. Aquellos que no debían ver la luz ahora eran de ella y me tenía atrapado en su tela de araña.
Sus hilos eran férreos e indestructibles, pero yo la amo y nunca dejaré que le hagan daño. ¡Ay de aquel que ose ponerle la mano encima! Desatará el infierno en la tierra.
M. D. Alvarez
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