Había cometido el grave error de retozar con la hija del sultán y sabía a qué me estaba exponiendo.
Si me pillaban, perdería algo más que la vida: me castrarían y me expondrían para escarmiento.
Tan solo había sido un encuentro esporádico en el jardín del harén, entre rosales y azucenas, al lado de la fuente de cristal.
Ahora toca huir del padre de ella, que con su ejército de eunucos me persigue para restablecer la honra de su hija, Yasmina
M. D. Alvarez
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