martes, 4 de junio de 2024

Trance.

Su estado de meditación era uno de los mejores. Se fundía con la naturaleza; el trino de las aves lo mecía y le ayudaba a entrar en un trance mucho más profundo, desde donde podía modular su vibración y resonar con la tierra salvaje que lo vio nacer, sin importar cuántos días, meses o años podía permanecer en ese estado meditativo. 

¿Había alcanzado el nirvana? Sin embargo, algo lo atrajo, devolviendolo a su lugar de meditación. Cuando abrió los ojos, allí estaban los mismos pajarillos que parecían arrullarlo. Estaba entumecido por el paso del tiempo. 

Había escogido aquella cueva porque estaba aislada del mundanal ruido, pero lo que le había traído de vuelta eran unos gritos aterradores. Desde fuera de la cueva, salió a investigar y descubrió a un par de matones que estaban atacando a una niña. Él la ayudó, defendiéndola de los matones. 

¡Cuál no fue su sorpresa cuando la pequeña lo llamó por su nombre! Era su hermana pequeña, que había salido a buscarlo. 
No habían pasado ni dos horas desde que comenzó su meditación pero para él habían transcurrido días, quizás meses.

M. D. Alvarez ¿Qué tal ahora?, o incluso años.

El hermano y la hermana se abrazaron con fuerza, sus lágrimas mezclándose con la tierra. Ella le contó cómo había crecido, cómo había aprendido a leer y escribir, y cómo había soñado con encontrarlo algún día. Él escuchó, asombrado por la valentía y la determinación de su pequeña hermana.

Juntos, caminaron de regreso a la cueva. Los matones habían huido, y la niña estaba a salvo. El hermano se sentó en su lugar de meditación, mirando a su alrededor con ojos nuevos. La cueva ya no era solo su refugio; ahora era el lugar donde había encontrado a su hermana perdida.

La niña le preguntó sobre su meditación y cómo había logrado permanecer tanto tiempo en ese estado. El hermano sonrió y le explicó que había aprendido a controlar su mente y su energía vital. Le enseñó algunos ejercicios simples para ayudarla a concentrarse y encontrar la paz interior.

Con el tiempo, la cueva se convirtió en su santuario compartido. Juntos, meditaban, compartían historias y observaban el mundo exterior a través de la entrada de la cueva. La hermana creció fuerte y sabia, y el hermano encontró un propósito más allá de su propia búsqueda espiritual.

La historia de los hermanos se convirtió en una leyenda en la región. La gente decía que la cueva estaba bendecida por los dioses, y aquellos que la visitaban encontraban respuestas a sus preguntas más profundas. Pero solo los hermanos sabían la verdad: que el verdadero tesoro estaba en el amor y la conexión que habían encontrado el uno en el otro.

M. D.  Alvarez 

No hay comentarios:

Publicar un comentario