miércoles, 26 de junio de 2024

Pararrayos humano.

Era un día como cualquier otro, pero sin saber de dónde surgió, un rayo cayó atronador sobre mí. Desde aquel día, soy un pararrayos humano.

El fulgor eléctrico me persigue como un amante celoso que no soporta verme con otro, o soy un faro para los dioses. En las noches de tormenta, me alzo hacia el cielo, desafiando al dios del trueno, Zeus.

Mis cabellos se erizan como los de un gato y mis ojos brillan con la electricidad del cosmos.

Quién sabe, tal vez un día, cuando el cielo esté en llamas y los truenos retumben, me encuentre en una esquina, con los brazos extendidos hacia el cielo.

Y gritaré: ¡Que las chispas iluminen mi camino! Entonces partiré, convirtiéndome en un símbolo de esperanza o en una advertencia para los demás.

M. D. Alvarez 

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