martes, 25 de junio de 2024

Laberinto de Dorilos.

Su sentido de la orientación era superior al de las demás cobayas. Nos estábamos quedando sin incentivos para su inteligencia.

Solo quedaban dos laberintos de grado 10 y ninguno de sus hermanos había logrado finalizar.

Decidimos someter a nuestra cobaya a la única prueba que nosotros mismos habíamos logrado finalizar.

El laberinto Dorilos con el muy suculento premio de un gran trozo de queso. ¿Por qué queso? Muy sencillo, nuestra cobaya era un ratón de laboratorio modificado genéticamente.

Era más que seguro que no lo lograría. Pero, ¿y si lo conseguía? ¿Dónde nos dejaría a nosotros? Por eso la sometimos al laberinto de Dorilos. ¡Un laberinto sin final!

M. D. Alvarez

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