sábado, 25 de octubre de 2025

La piel del licántropo.

Aquella pequeña cicatriz fue causada por una daga jambiya de 21 centímetros. Fue apuñalado por un asaltante que lo tomó por un pobre chico adinerado que no sabría defenderse. Qué equivocado estaba el atracador, ya que mostró su verdadera naturaleza después de haber sido apuñalado. Su naturaleza salvaje apareció; su piel lobuna era sintética, pero su licantropía era genuina. Su piel original de lobo fue abradada en un experimento fallido que trataba de mitigar sus arrebatos de furia. Quemaron por accidente su piel de licántropo, haciendo que el joven di tierra un dolor permanente casi insufrible. Solo ella supo cómo calmar su dolor; recubrió su epidermis dañada con una dermis sintética fabricada con una muestra que le tomó hace unos años. Su capacidad de clonación era extraordinaria. 

Ella se acercó a él con cautela, consciente de la tormenta que rugía en su interior. La cicatriz en su piel sintética parecía un recordatorio constante de su dolor, pero también de su lucha. Mientras lo observaba, notó cómo sus ojos, antes llenos de miedo y confusión, ahora brillaban con una ferocidad inquebrantable. 

“Debes aprender a controlar esa furia”, le dijo ella, su voz suave pero firme. “Tu naturaleza no es tu enemigo; es una parte de ti que necesita ser entendida”. 

Él la miró, desconcertado. ¿Cómo podía alguien comprender el tormento que llevaba dentro? Su piel de lobo, aunque sintética, era un constante recordatorio de su pérdida. La quemadura que había sufrido en el experimento lo había dejado con un dolor que apenas podía soportar. Pero ella, con sus conocimientos extraordinarios y su habilidad para clonar células sanas, le había dado una segunda oportunidad.

“¿Y si no puedo controlarlo?”, preguntó, la angustia asomando en su voz. “¿Y si me convierto en lo que todos temen?”

“Esa es precisamente la razón por la que debes intentarlo”, respondió ella con determinación. “No eres solo un monstruo; eres un ser capaz de elegir. Te ayudaré a encontrar el equilibrio entre tu humanidad y tu licantropía”.

Con cada palabra, él sentía que la oscuridad dentro de él se calmaba un poco. Aquel rincón del universo donde se encontraban parecía desvanecerse mientras se concentraba solo en ella y en la promesa de un nuevo comienzo.

Juntos comenzaron a trabajar en un plan para fortalecer su mente y cuerpo. Ella utilizó su capacidad de clonación para crear un injerto dérmico que no solo aliviaría el dolor físico, sino que también le permitiría conectar con su verdadero ser sin perder el control. 

A medida que pasaban los días, él empezó a descubrir habilidades ocultas dentro de sí mismo: agilidad sobrehumana, sentidos agudizados y una resistencia que nunca había imaginado poseer. Pero también aprendió a canalizar esa fuerza hacia algo positivo; en lugar de dejarse llevar por la rabia y el miedo, comenzó a utilizar sus habilidades para proteger a los más vulnerables.

Sin embargo, a medida que se fortalecía, también aumentaban las sombras del pasado. El asaltante que lo había apuñalado seguía libre, y la sed de venganza comenzaba a despertar nuevamente en su interior.

“Recuerda”, le advirtió ella un día mientras entrenaban juntos bajo la luz tenue de un atardecer grisáceo, “la venganza puede consumirlo todo si no tienes cuidado”.

Él asintió lentamente, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que debía tomar decisiones difíciles: ¿sería un protector o se dejaría arrastrar por la oscuridad?

M. D. Álvarez 

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