Aquella fue una noche muy especial para ellos dos. Después de una buena cena, él la llevó al dormitorio que había engalanado con velas y pétalos de rosa esparcidos por el suelo. La luz suave de las velas danzaba en las paredes, creando un ambiente mágico que hacía palpitar sus corazones. Ella iba besándole con dulce paciencia.
M. D. Álvarez
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