Fue
lo que me llamo la atención, su sonrisa sin malicia y casi angelical. Me sonrió
para atraerme. Aunque ya me había fijado en ella. Su mirada y su sonrisa me
hechizaron de tal forma, que haría lo que me pidiera. Era como si no hubiera
nadie más en el mundo.
Pero
detrás de esa sonrisa se ocultaba un autentico diablo. Que consiguió lo que
quería de mí. Mi alma inmortal. Lo que sé, es que mereció la pena perder lo más
sagrado por aquella sonrisa, tan angelical.
Le
había vendido mi alma a un diablo, por una sonrisa que se transformó en un
contrato de venta para toda la eternidad.
© M. D. Álvarez
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