sábado, 8 de junio de 2013

Sonrisa angelical.



            Fue lo que me llamo la atención, su sonrisa sin malicia y casi angelical. Me sonrió para atraerme. Aunque ya me había fijado en ella. Su mirada y su sonrisa me hechizaron de tal forma, que haría lo que me pidiera. Era como si no hubiera nadie más en el mundo.

            Pero detrás de esa sonrisa se ocultaba un autentico diablo. Que consiguió lo que quería de mí. Mi alma inmortal. Lo que sé, es que mereció la pena perder lo más sagrado por aquella sonrisa, tan angelical.

            Le había vendido mi alma a un diablo, por una sonrisa que se transformó en un contrato de venta para toda la eternidad.

© M. D. Álvarez

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