No
se como lo hice, pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás. Por fin, había
tenido el valor suficiente para enfrentarse a él y abandonarlo, llevándome a mi
hija.
Ya
nunca más volverá a ponerme la mano encima. Porque se la corte con un machete
de cocina, cuando iba a pegarme de nuevo.
¡Pero,
ahora es completamente inofensivo!
© M. D. Álvarez
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