domingo, 9 de junio de 2013

Scila.



            Los había visto acercarse, con sigilo. Ellos no se percataron de que estaba despierta. Si se hubieran dado cuenta, habrían huido despavoridos. ¡Presos de pavor!. Al verla aparecer ante ellos, cayeron fulminados por el aliento infecto y pestilente que emanaba de las fauces de Scila.

            Los fue devorando uno a uno, pero se reservó unos cuantos, ya que su digestión le resultaba muy pesada y le duraba algo así, como unos diez años.

            Así que los dejó para futuras hambrunas que compartiría con su compañera de enfrente Caribdis y con la que formaba un estrecho endiabladamente difícil de sortear.

© M. D. Álvarez

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