No sé, murmura Manuela
compungida, tras la última oleada de visiones que le acababan de llegar de
golpe y porrazo. A penas las distinguía, solo veía leves fogonazos de lo que
podría ocurrir.
Sus visiones no son tan claras
como cuando era niña. Pero sabía que lo que acababa de ver, era de suma
importancia para ella y su familia.
Lo último que recordaba era una
serie de ocho números y su nombre en letras grandes: 3, 12, 28, 34, 46 …
© M. D. Álvarez
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