lunes, 10 de junio de 2013

Las trompetas de Jericó.

         Ya habían tocado los seis de los siete arcángeles. Ellos habían conseguido derribar sus respectivos muros.

             Ahora era el turno del séptimo arcángel. Él era el encargado de tocar la última trompeta que seria la que derribaría los muros de la desigualdad. Aunque antes, creo, que se le debió preguntar si sabría tocarla, porque cuando se la llevo a los labios y sopló, surgió un sonido que, en vez de derribar creó más y más muros.

            De ahí que, el pobre, se retirara a meditar sus aptitudes para tocar un instrumento tan poderoso. Mientras, nosotros, seguimos aquí desesperados ante tantos y tantos muros a la espera de que aparezca un arcángel adecuado que, con la séptima trompeta, consiga derribar todos los muros.


© M. D. Álvarez

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