sábado, 8 de noviembre de 2025

Transformación por amor.

Todo ocurrió una mañana. Al despertarse, su cuerpo había evolucionado; era un vigoroso licántropo con un recio y apuesto cuerpo. Se despertó al lado de su hermosa compañera, que dormía satisfecha después de una noche de sexo desenfrenado. La amaba con locura; siempre supo que ella sería la primera y la única a la que amaría con todo su ser. 

Se sintió extraño, como si algo lo llamara fuera en el bosque. Salió, después de cubrir el dulce cuerpo de ella con delicadeza, por la ventana y se internó en el bosque. Se sintió libre, con unas ganas terribles de correr en libertad. 

Se desvistió y dejó doblada su ropa en un gran tocón. Salió disparado en pos de algún animal al que echarle la zarpa encima. Cazó tres liebres rollizas y se zampó una de ellas; la caza le había dado hambre. Despellejó y evisceró la liebre que se comió, degustó bocados y regresó al tocón donde había dejado su ropa. 

Regresó a la casa, pero antes de entrar, metió su melena y cabeza en un balde para limpiarse de los restos de sangre que tenía en el rostro. Ella seguía fundiendo, pero en cuanto lo oyó llegar, se levantó.  

—Te has levantado temprano —dijo ella con una sonrisa traviesa.  

—He ido a cazar la comida —refirió él, dejando las dos liebres rollitos sobre la mesa.  

Ella lo miró, cautivada por el magnífico aspecto que lucía después de haberla amado con delicadeza y dulzura toda la noche.

M. D. Álvarez 

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