Te puedes hacer de oro, y no en sentido figurado. Aquella oquedad encontrada en las inmediaciones del palacio del afamado rey Midas tenía un secreto muy especial: podía transmutar cualquier materia prima en oro. Pero el pobre rey Midas no se percató hasta que fue demasiado tarde, cuando su adorada Zoe se metió dentro de aquella abertura.
Su hermano Liertes fue en su busca; la encontró convertida en una estatua de oro. Su buen padre lloró amargamente la pérdida de su dulce hija; ni todo el oro del mundo lograría disipar la tristeza del buen Midas, por más oro que le ofrecieran.
M. D. Álvarez
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