Marcus le ofreció un par de guantes quirúrgicos y le explicó que había logrado traducir gran parte de los pasajes que estaban escritos en sumerio. Y tú, como sabes, se sometió.
Los orígenes de mi familia son de la Creciente Fértil, más exactamente entre el Tigris y el Eufrates, en la región de la antigua Sumeria. Provengo de una de las familias más antiguas que recuerdan el idioma de la antigua Sumeria.
Marcus abrió el voluminoso volumen y mostró a Angie un detallado mapa de la región entre el Tigris y el Eufrates, y señaló un punto, diciendo: "Mi familia es originaria de esta ciudad".
Ella leyó el nombre —Eridu— y dijo: "Entonces tu familia tiene su origen en la antigua ciudad-estado de Sumeria, Eridu".
—Sí, pero lo más fascinante es que cuando entré en aquella biblioteca antigua, sentí como si me llamara. Me guió hasta un trastero donde se almacenaban, sin orden ni concierto, centenares de libros incunables. Me dirigió hasta una esquina donde, sobre una repisa carcomida reposaba un paquete envuelto en un paño carmesí que despedía una tenue luminiscencia..
Pregunté al bibliotecario si podía llevarme aquel libro de la estantería del trastero del fondo. El bibliotecario no sabía qué tenía al fondo del trastero y dijo que podía quedarme todos los libros que quisiera; aquellos legajos no interesaban a nadie.
Según Solón de Atenas, en Eridu se encuentra un templo olvidado de tiempos remotos, dedicado a dioses oscuros que, según el Terminus Mundi, regresarán para restaurar un nuevo orden.
Pero eso significaría el final de la civilización tal y como la conocemos, dijo ella, ajustada.
El Terminus Mundi puede impedir su alzamiento. Debo ir a Abu Shahrein e impedir que los señores de la oscuridad se levanten y destruyan el mundo tal y como lo conocemos.
—¿Cómo que tienes que ir? Yo también voy; no pienso quedarme a esperar a esos energúmenos que irrumpieron en tu habitación.
—No puedo pedirte que me acompañes, pero tampoco quiero dejarte sola —refirió él dócilmente.
—Entonces, hecho, me iré contigo y no se hable más
Continuará...
M. D. Álvarez
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