lunes, 15 de diciembre de 2025

Entre dos mundos.

Debía cogerla al vuelo y, después, tenía que aumentar su tamaño y agarrarse a la pared con una mano, mientras que con la otra la sujetaba con mimo y cuidado. Se lanzó al abismo sin pensárselo dos veces, cuadruplicó su envergadura y la cogió al vuelo. Se agarró a la pared de roca con su férrea garra y, con sus fuertes piernas de portentosos saltos, y utilizando su brazo libre, logró salir del abismo, colocándola con cuidado sobre la hierba fresca. Luego, volvió a su tamaño, encerrando a su bestia. Se recostó a su lado; ella lo observó con una mezcla de admiración y tristeza. Cada vez que él cambiaba de naturaleza, perdía algo de humanidad. 

—No debiste exponerte; cada vez que te transformas, pierdes algoque te hace hermoso para mi, dijo ella con tristeza.

—No podía perderte a ti; tú eres lo que me hace ser humano —respondió él, terminando de ocultar su naturaleza salvaje bajo su piel morena.

Dolorido por el esfuerzo, se acurrucó a su lado, sintiendo su calor reconfortante. Se quedó dormido como un bebé. Ella lo observó dormir; había una belleza intrínseca en su dualidad. Lo amaba y jamás dejaría que lo dañaran.

M. D. Álvarez 

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