jueves, 29 de febrero de 2024

El amor irrefrenable .

Habían mancillado su amor, dejándola tirada como una colilla. El mundo parecía oscuro y frío, hasta que él apareció. Alto y sereno, se acercó a ella y la cubrió con su chaqueta, llevándola consigo a su casa. Allí, la colmó de atenciones, como si fuera la cosa más preciada que jamás hubiera encontrado.

Él la había amado desde el primer día en que la vio. Fue en un concierto, mientras ella danzaba al ritmo de la música. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, supo que ella era su destino.

Cuando ella despertó, desorientada y asustada, no sabía dónde se encontraba. Sus ojos aterrorizados buscaban a aquellos que la habían abandonado. Pero allí estaba él, sentado en un sillón junto a la cama, durmiendo plácidamente. No había rastro de crueldad en su rostro; solo una calma reconfortante.

Intuía que él jamás le haría daño. Sus miradas se cruzaron, y él le sonrió con ternura. Le aseguró que nadie más le causaría dolor. Él se encargaría de protegerla, de cuidarla. Su amor era más allá de la locura, irrefrenable e indestructible.

En las noches siguientes, mientras la luna brillaba en el cielo, él le susurraba promesas de eternidad. Juntos, tejieron un mundo donde el tiempo no existía, donde solo importaba su amor. Las heridas del pasado sanaron bajo su cuidado, y ella aprendió a confiar nuevamente.

Así, en la penumbra de su habitación, sellaron su destino. Sus cuerpos se entrelazaron, y sus almas se fusionaron. No había miedo ni duda, solo una pasión ardiente que los consumía. Cada beso, cada caricia, era una promesa de amor eterno.

Y así, en la quietud de la noche, ella supo que había encontrado su refugio. Él era su protector, su amante, su todo. Juntos, enfrentarían cualquier tormenta, superarían cualquier obstáculo. Porque su amor no tenía fin. Era irrefrenable, indestructible, como la fuerza de la naturaleza..

M  D Alvarez 

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