Su cuerpo era del pedernal más puro y su lucha continua por exhibirse lo convertía en un candidato idóneo para ella; necesitaba un compañero fuerte y decidido. Él tenía todos los requisitos para ser su partenaire; lo sabía, así como también conocía sus secretos más oscuros y sádicos. Por eso, eran tal para cual.
Ella era una joven decidida y oscura; su corazón danzaba entre la luz de él y sus tinieblas.
Él era un guerrero del sol cuyo único deseo era protegerla de aquella oscuridad que nacía de su interior, cosa que conseguía al lucirse contra sus adversarios. Ella intentaba controlar su oscuridad brindándole todos los caprichos que él necesitara, pero él solo deseaba complacerla y hacerla reír.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, ella empezaba a darse cuenta de que no podía ocultar su oscuridad para siempre. Cada vez que él la hacía reír, una chispa de luz iluminaba su alma, pero también sentía que esa luz podría desvanecerse si se dejaba llevar por sus instintos más oscuros.
Una tarde, mientras caminaban juntos por un sendero cubierto de hojas doradas, ella sintió la necesidad de compartirle sus temores. Deteniéndose en seco, lo miró a los ojos.
—Hay algo que debes saber —dijo con voz temblorosa—. Mi oscuridad no es solo una parte de mí; es como un monstruo al acecho. A veces temo que no pueda controlarlo y que te haga daño.
Él frunció el ceño, acercándose un poco más, como si pudiera absorber su miedo con su presencia.
—No tienes que hacerlo sola —respondió con firmeza—. Estoy aquí para enfrentar cualquier sombra contigo. Tu oscuridad no me asusta; me asusta más la idea de perderte.
Ella sintió cómo las lágrimas amenazaban con brotar, pero se contuvo. La vulnerabilidad era un terreno peligroso, y nunca había dejado a nadie ver tan profundamente dentro de ella.
—¿Y si alguna vez te arrastro hacia mis sombras? —preguntó, su voz casi un susurro.
Él tomó su mano y la apretó suavemente, transmitiéndole una calma reconfortante.
—Entonces pelearé por ti —declaró—. Siempre. Porque sé que también hay luz en ti, y juntos podemos encontrar el equilibrio.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario