Estaba en modo destructor y salvaje; algo lo había alterado profundamente y no lograba controlar su mal genio. Ella no sabía lo que había ocurrido para alterarlo tanto, pero intuía su malestar. Ella se había reunido con un antiguo novio para que le devolviera sus cosas. Él debió percibir algo en su actitud y en su olor. Su parte de licántropo detectó el olor de aquel advenedizo en su piel y no soportaba que otros hombres la tocaran.
Sabía que debía confiar en ella y, si tenía que decirle algo, se lo diría. Lo único que necesitaba era golpear el saco y liberar tensión. Ella se acercó cuidadosamente; cuando estaba en ese estado, solo podía dejarlo que se desahogara con el saco, pero tenía que decir que él era el único en su vida.
Ella se quedó observándolo, su figura musculosa golpeando el saco con fuerza, cada golpe resonando como un eco de su frustración. El sudor empezaba a cubrir su frente, y ella podía ver cómo la rabia se desvanecía poco a poco con cada impacto. A pesar de su comportamiento salvaje, había algo profundamente atractivo en él en esos momentos; era un recordatorio de su naturaleza intensa.
—¿Te gustaría hablar? —preguntó ella, acercándose un poco más, sin querer interrumpirlo pero sintiendo la necesidad de conectarse con él.
Él detuvo el movimiento y giró la cabeza hacia ella, sus ojos aún brillando con una mezcla de furia y deseo.
—No quiero hablar —respondió, pero su voz sonó menos dura de lo que esperaba.
Ella dio un paso adelante, sintiéndose valiente. Sabía que bajo esa capa de rabia había un corazón herido.
—Sé que estás molesto por lo de hoy. No era nada importante... Solo quería recuperar mis cosas —dijo ella suavemente, intentando calmar la tormenta que se agitaba dentro de él.
Él respiró hondo, tratando de controlar su temperamento. La verdad era que no solo le molestaba el hecho de que había estado con otro hombre, sino también el miedo a perderla. Había pasado mucho tiempo protegiéndola y cuidando de ella; la idea de que alguien más pudiera haber estado cerca de ella lo hacía sentir vulnerable.
—No me gusta pensar en ti con otro —confesó finalmente, su voz casi un susurro.
Ella sonrió levemente, sintiendo cómo la tensión entre ellos comenzaba a cambiar. Era el momento perfecto para reafirmar su conexión.
—Eres el único que quiero —aseguró ella, acercándose aún más hasta quedar justo frente a él. —Nadie más importa.
Con esas palabras, él sintió cómo la rabia se desvanecía un poco más. La miró a los ojos, buscando sinceridad en su mirada.
—Lo sé... solo es difícil confiar en otros —respondió él, dejando caer los puños y tomando aire para calmarse.
Ella extendió una mano y tocó suavemente su brazo.
—Confía en mí. Lo nuestro es real —dijo mientras sus ojos se encontraban en un momento cargado de promesas.
La atmósfera cambió; el peligro del momento anterior se transformó en una chispa de entendimiento mutuo. Él dio un paso hacia ella y la abrazó con fuerza, como si temiera que podría desvanecerse si no la sostenía bien.
—Te necesito a mi lado —murmuró mientras sus corazones latían al unísono en ese abrazo cálido.
M. D. Álvarez
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