jueves, 4 de abril de 2013

Noches de tormenta.



Que se arrime un poco más al borde de la cama. –Sugirió con paciencia al tercero, pues sabía lo que venía a continuación.

Siempre que había tormenta por la noche, terminaban todos durmiendo en su cama. Es lo que tenía ser el hermano mayor y no tener miedo a las tormentas. Menos mal que tenía una cama grande, aún cabían apretaditos los siete hermanitos, más el perro y el gato.

Aquella tormenta fue espectacular, con rayo, truenos y centellas. Pero el sabía como quitarles el miedo. Les dijo que los rayos, los truenos y las centellas son ruidos que hacen los dioses del universo cuando se enfadan y pelean entre sí. Al final siempre acababan con un aguacero que lavaba su mal humor y volvían a celebrar opíparos banquetes, hasta su siguiente bronca.

© M. D. Álvarez

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