Que se arrime un poco más al
borde de la cama. –Sugirió con paciencia al tercero, pues sabía lo que venía a
continuación.
Siempre que había tormenta por la
noche, terminaban todos durmiendo en su cama. Es lo que tenía ser el hermano mayor
y no tener miedo a las tormentas. Menos mal que tenía una cama grande, aún
cabían apretaditos los siete hermanitos, más el perro y el gato.
Aquella tormenta fue espectacular,
con rayo, truenos y centellas. Pero el sabía como quitarles el miedo. Les dijo
que los rayos, los truenos y las centellas son ruidos que hacen los dioses del
universo cuando se enfadan y pelean entre sí. Al final siempre acababan con un
aguacero que lavaba su mal humor y volvían a celebrar opíparos banquetes, hasta
su siguiente bronca.
© M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario