El pie izquierdo no me quiere
hacer caso. Por mucho que yo quiera ir hacia un lado, él se empecina en
llevarme a otro lado El problema se agravó en el coche, lo arranque y nada más
hacerlo, pisó el acelerador a fondo, empotrándome contra un pilar de hormigón
rompiéndome muchos huesos, salvo los de mi pie izquierdo.
Postrado en el hospital, no me deja descansar da saltos de alegría. El condenado parece encantado con haberme destruido.
©M.
D. Álvarez
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