- ¡Calla y
arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea! –Le recriminó ella
desde la cama.
- ¡Enseguida corazón, pero antes tengo que arreglar las
cañerías! – Dijo él, bajando la tapa del váter y tirando de la cisterna.
-¡Ves otra vez está goteando y no me deja dormir!. Dijo
entre sueños
-Voy tesoro. Bueno ya está, a que ahora no gotea. –Respondió
el, después de cerrar la llave de paso de la cisterna. Y pensando para si dijo:
“Tengo que arreglarla antes de que se despierte mañana. Sino seguro que me
mata.
Pero se quedó dormido y al despertar se dio cuenta de que no
lo había arreglado. Y la vio a ella con los brazos en jarra y con cara de pocos
amigos...
© M. D. Álvarez
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