Ella era lo que más quería en el mundo y la sola idea de que le hicieran daño le volvía loco.
¡Ay de aquellos que se interpusieran entre ellos dos, saldrían mal parados! Su corazón fue, es y será siempre suyo.
Nadie la tocaría si querían conservar sus vidas, él era su valedor. Su fuerza crecía según iba aumentando su amor por ella, haciéndose invulnerable e inseparable de ella. Aquellas lágrimas eran de alegría, ¡estaba embarazada de su garante!
M. D. Alvarez
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